martes, 11 de junio de 2013

La "desaparición" de algún objeto. ¿Qué hacer?

Si hablamos de situaciones incómodas, vamos con una de las peores, o al menos de las más desagradables. La desaparición o "extravío" de objetos de la casa o de los invitados. Es gracioso en una novela de Agatha Christie pero muy desagradable cuando hay que enfrentarse a un invitado, amigo o familiar. ¿Cómo debe actuar el anfitrión en una situación así?
Es una de las situaciones más complicadas y menos agradables que un anfitrión se puede encontrar.
Un mal día lo tiene cualquiera, se puede tomar una copa de más en alguna ocasión... pero ser "amigo de lo ajeno" es una traición a la confianza del anfitrión y, seguramente, de la amistad.
La desaparición o extravío de objetos es un momento muy duro para el anfitrión. Plantear esta cuestión a sus invitados, es un mal trago muy difícil de pasar. Por supuesto, que antes de hacer un planteamiento de este tipo hay que estar seguros al cien por cien que falta algo. Que no le hemos colocado en otro lugar, que no lo hemos prestado, que el invitado lo ha dejado en casa o en otro lugar, o que falta por cualquier otro motivo.
Antes de plantear la cuestión, se pueden dar dos casos: que hayamos visto o pillado al personaje en plena faena, es decir, pillado "in fraganti" o que no tengamos ni idea quién ha podido ser.
En el primer caso, para no violentar al resto de invitados, podemos llevar a nuestro invitado de "manos largas" a otra habitación o a un lugar apartado y comentarle el hecho. Pedirle que reponga lo sustraído, y que no va a tomar medidas ni va a ser delatado ante el resto de invitados (aunque por ganas lo haría).
Si se da el caso, no tener ni la menor idea de quién ha sido, puede optar por darlo por perdido y olvidarse del tema, muy a su pesar, o bien, cuando la pieza u objeto es algo de mucho valor, sentimental o económico, lo más sincero y efectivo es plantearlo de forma directa, sin rodeos. Lo de coger el toro por los cuernos hay que aplicarlo en este caso.
Se pueden dar diversas opciones lo más viables posibles para resolver el tema de forma discreta y que nadie salga perjudicado o dañado con motivo de ese percance. Dar la opción de devolverlo de forma anónima (dejarlo en alguna habitación de la casa cuando nadie le vea), devolver de forma personal al día siguiente, cuando no haya invitados...
El ingenio también puede ser un aliado en estos casos. Como es el caso de la anécdota siguiente:
Durante un banquete oficial celebrado en Inglaterra con la asistencia de personalidades de todo el mundo, el Jefe de Protocolo observó como uno de los "ilustres" invitados se metía un salero de oro en el bolsillo de su chaqueta.
El Jefe de Protocolo, al no saber que hacer en aquella situación, se dirigió al Primer Ministro, que por aquel entonces era Winston Churchill.
El gran ingenio que caracterizaba a Winston Churchill le hizo idear una estratagema infalible. Le dijo al Jefe de Protocolo que le dejara, que el resolvería ese "pequeño incidente".
Se fue a la mesa más próxima, se metió un salero de oro en el bolsillo y se acercó al "personaje" que había robado el salero, y le dijo al oído, mostrándole el contenido de su bolsillo: "El Jefe de Protocolo nos ha visto guardarnos el salero en el bolsillo. Será mejor que lo devolvamos". Y de esta manera curiosa resolvió una difícil papeleta.

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